Antes de empezar una sesión de running, calienta adecuadamente y realiza unos ligeros ejercicios de movilidad articular. Este pequeño consejo es más importante si vas a realizar esas asfixiantes y duras sesiones de calidad.

Recuerda que las zapatillas tienen una vida determinada. No las apures hasta el punto de correr prácticamente descalzo (excepto si eres un barefoot). La tela de las zapatillas hoy en día suele durar mucho y a veces este calzado puede parecer más joven de lo que es en realidad.

Varía los entrenamientos. No hagas siempre el mismo recorrido al mismo ritmo. Varía el terreno por el que corres y varía los ritmos. Haz sesiones diferentes. De esta manera no sobrecargarás siempre las mismas estructuras.

Estira al final del entreno, pero siempre de una manera suave. Con ello conseguirás que tus músculos no estén tan tensos el resto del día. Y no te olvides de la parte superior del tronco.

Recuerda que para ser un buen runner debes de incrementar poco a poco los kilómetros semanales que haces. También debes de tener cuidado con las sesiones de calidad que hagas, ya que si bien aportan muchos beneficios, pueden ser tan duras que te lesionen o te fatiguen en exceso.

Descansa. El cuerpo asimila los entrenamientos durante el descanso. Recuerda que ha veces menos es más.

Y sobre todo, disfruta con lo que haces.